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Análisis

Lech Walesa, solidaridad y la era Trump

Walesa, preso político polaco que terminó ganando la presidencia de su país y el premio Nobel de la Paz, nos enseña cómo resistir al autoritarismo.

octubre 21, 2025
Lech Walesa
Bettmann/Getty
  • Lech Walesa sabe cómo luchar contra las tiranías. Y sabe que lo importante no es solo a lo que te opones, sino lo que defiendes.
  • Las marchas de “No Kings” fueron enormes e inspiradoras. Fueron profundamente patrióticas. Es necesario juntar multitudes y romper con el hechizo de la inevitabilidad.

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En agosto de 1980, Lech Walesa era un joven electricista de bigote tupido atrapado en la sofocante dictadura de una Polonia comunista. Trepó una valla de seguridad en el Astillero Lenin, en Gdansk, y lideró una huelga que dio inicio al sindicato independiente conocido con el nombre de Solidaridad. Al poco tiempo, las metas del grupo se expandieron. Un tercio de la población del país se unió a Solidaridad: maestros y abogados, profesores y curas. Se convirtió en una fuerza cívica independiente.

Al año siguiente, el gobierno declaró la ley marcial. Walesa fue arrestado. Pero, en 1989, su movimiento derrocó al comunismo de Polonia en lo que fue una revolución pacífica que se extendió por toda Europa del Este. Walesa fue presidente de su país durante cinco años y lideró la transición de Polonia hacia la democracia y el libre comercio. Ganó el premio Nobel de la Paz.

Dicho de otro modo, Lech Walesa sabe cómo luchar contra las tiranías. Y sabe que lo importante no es solo a lo que te opones, sino lo que defiendes.

A pesar de haber iniciado una revolución hace más de cuarenta años, Walesa es más joven que Joe Biden y apenas mayor que Donald Trump. El sábado pasado, Walesa dio una conferencia en el Centro de Convenciones Jacob Javits de Manhattan. Vivaz y canoso, se subió al podio y habló a sus anchas.

Polonia, al igual que Estados Unidos, ha tenido retrocesos, un repliegue del estado de derecho y amenazas contra su democracia. La centro derecha y la centro izquierda unieron fuerzas para expulsar al populismo y regresar al poder.

Es fácil encontrarle ecos a nuestro dilema actual. Anne Applebaum, escritora del Atlantic, casada con el ministro polaco de Asuntos Exteriores, habló sobre la marcha de “No Kings” a la que había asistido ese día. (La mitad del público la aplaudió. Otros se estremecieron).

Walesa dijo cosas mordaces y, a veces, sorprendentes. Afirmó que tan solo un líder del Occidente tuvo los “cojones” (así se tradujo del polaco) de actuar y ayudar a Polonia. ¿Fue nuestro afamado paladín de la Guerra Fría, Ronald Reagan? No. “Bill Clinton”, dijo Walesa. “Sin Bill Clinton, seríamos Ucrania”. Clinton garantizó la entrada de Polonia a la OTAN y a la Unión Europea. Es más, Walesa propuso que le dieran el premio Nobel de la Paz a Clinton.

Describió las grandes coaliciones necesarias para combatir el autoritarismo, tanto en los años de 1980 como en la actualidad.

Lo que me sorprendió, en este momento estadounidense de lo que puede parecer un conflicto de hacer o perecer, es algo que dijo Walesa sobre cómo lograr el cambio. No basta con oponerse al autoritarismo. ¿Cuál es nuestra visión de un futuro brillante?

Walesa incluso urgió a la implementación de reformas que pueden parecer conocidas.

Debe haber un límite de dos mandatos para la presidencia, dijo. Vladimir Putin —quien dirige un “gobierno de matones”— no habría podido consolidar su poder y abusar de él sin los años extra que lleva en el poder. (No quedó claro si Walesa sabía que la Constitución de los EE. UU. ya impone ese límite, ni si sabía que Trump amenaza con regularidad con presentarse ilegalmente una tercera vez).

Los planes de reforma también deben focalizarse en combatir la corrupción, afirmó. La transparencia es esencial. Es un buen consejo político, aunque solo sea eso. Una encuesta realizada por CBS/YouGov en julio reveló que las personas estadounidenses ahora consideran la corrupción como la principal amenaza contra los intereses del país, seguida muy de cerca por el debilitamiento de nuestra democracia.

Hoy en día, con el cierre del gobierno federal, con tropas militares marchando en las calles y con la Corte Suprema aparentemente dispuesta a destruir el derecho al voto, puede ser difícil hacer otra cosa más que responder a los acontecimientos concretos. Pero debemos prestar atención a las palabras y al ejemplo de Walesa.

Las marchas de “No Kings” fueron enormes e inspiradoras. Fueron profundamente patrióticas. Es necesario juntar multitudes y romper con el hechizo de la inevitabilidad.

Pero la siguiente etapa debe comenzar cuanto antes. Trabajaremos para elaborar la próxima generación de reformas de modo que el gobierno funcione mejor. Debemos pensar en grande: anular el caso Citizens United, asegurarnos de que toda la ciudadanía goce genuinamente del derecho al voto, promulgar límites en el período de mandato para la Corte Suprema y mucho más.

Debemos redactar una agenda completa para que el gobierno funcione mejor después de los destrozos. Para recuperar la independencia del Departamento de Justicia. Para poner un freno a los poderes presidenciales de emergencia. Y, al mismo tiempo, para proteger el medioambiente, brindar asistencia de salud y garantizar la correcta competencia económica, entre otras metas.

Después de todo, la huelga de Gdansk comenzó con un aumento de precios. Cuando el pueblo polaco se dio cuenta de que, en verdad, el sistema económico no le funcionaba, encontraron el coraje para pelear contra los abusos de poder. No tenemos por qué saltar ninguna valla para iniciar nuestro propio movimiento solidario.

Traducción de Ana Lis Salotti