- La administración Trump ha lanzado un esfuerzo concertado para socavar las elecciones estadounidenses. Estas acciones no tienen precedentes y, en algunos casos, violan las leyes.
- Incluyen ataques afirmativos contra instituciones democráticas, la revocación y eliminación de protecciones para el electorado y movidas simbólicas o demostrativas.
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En 2020, 2022 y 2024, nuestra nación celebró elecciones federales. A pesar de la pandemia, las amenazas de violencia, el negacionismo de resultados electorales y una presión extraordinaria, las elecciones fueron seguras y precisas. Las autoridades electorales trabajaron en equipo más allá de sus afiliaciones políticas. El sistema resistió.
Pero este año ha surgido una nueva amenaza contra las elecciones libres y justas: el propio gobierno federal.
La administración Trump ha lanzado un esfuerzo concertado para socavar las elecciones estadounidenses. Estas acciones no tienen precedentes y, en algunos casos, violan las leyes. Comenzaron con el indulto a los acusados del ataque del 6 de enero que intentaron anular los resultados de las elecciones de 2020. Incluyen ataques afirmativos contra instituciones democráticas, la revocación y eliminación de protecciones para el electorado y movidas simbólicas o demostrativas. Se observa un patrón evidente que sugiere un esfuerzo cada vez mayor. A medida que se acercan las elecciones de medio término de 2026, ese esfuerzo probablemente gane impulso.
Este recurso ofrece la primera crónica de las acciones de la administración Trump de este año para socavar la integridad de las elecciones. Entre ellas, se incluyen:
- los intentos de modificar reglas electorales para dificultar la votación y usurpar el control de los sistemas electorales;
- ataques o amenazas de ataques contra autoridades y funcionarios electorales y otros que trabajan para que las elecciones sean libres y justas;
- el apoyo a personas que perjudican la administración electoral; y
- el abandono del rol del gobierno federal a la hora de proteger al electorado y el proceso electoral.
¿Por qué llegamos a la conclusión de que esto refleja una estrategia concertada? Entre otras cosas, porque el presidente Trump ya lo intentó antes. Fue el primer presidente en tratar de anular los resultados de una elección presidencial y utilizó el poder federal para hacerlo. Varias instituciones y funcionarios clave se lo impidieron. Pero estos controles internos ya no están en pie, y muchos funcionarios públicos seguramente cumplan con la voluntad del presidente.
Esta campaña para socavar las elecciones viola la Constitución de los EE. UU. Solo el Congreso y los estados pueden establecer las reglas electorales. La rama ejecutiva, en especial el Departamento de Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés), está a cargo de hacer cumplir las leyes federales. Pero ni el presidente ni el DOJ tienen la facultad de establecer las reglas que rigen las elecciones o supervisar a los funcionarios estatales y locales que las administran.
Es cierto que otras elecciones ya fueron entorpecidas por reglas y prácticas que obstaculizaron la plena participación de la ciudadanía. Las leyes electorales restrictivas (algunas de las cuales ya habían sido declaradas inconstitucionales), la manipulación de mapas electorales y las amenazas de bomba en sitios de votación impidieron la libertad de votar. Los funcionarios federales desempeñaron un papel fundamental a la hora de contrarrestar la desinformación y combatir la discriminación racial. Es posible que esta protección federal para garantizar unas elecciones justas ya no exista.
Este esfuerzo federal sin precedentes colocará nuevas presiones sobre las elecciones estadounidenses, y quienes están decididos a defender la integridad de las elecciones deberán permanecer vigilantes y tomar cartas en el asunto.