- Todos tendremos un rol que cumplir a la hora de defender las instituciones que nos gobiernan y proteger la libertad de voto.
- Tendremos que acudir a la justicia para defendernos contra la manipulación, y los tribunales tendrán que ponerse firmes para garantizar la aplicación de reglas justas.
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Este lunes, el presidente Trump indultó a Rudy Giuliani y otras docenas de personas que participaron en el intento de anular los resultados de las elecciones de 2020.
Cabe recordar exactamente lo que intentaron hacer: entre las personas indultadas, se encuentran los autores del llamado “plan de electores falsos”, el intento de reemplazar algunos representantes estatales del Colegio Electoral por otros, aliados de Trump, para certificar resultados electorales falsos. Si este plan hubiera dado resultado, habría acabado con la historia de nuestro país en materia de elecciones libres y justas.
Si bien las personas indultadas aún pueden ser procesadas a nivel estatal, estos actos de clemencia —al igual que los indultos para los insurrectos del 6 de enero— envían un mensaje claro: el que intenta robar una elección para el equipo, Donald Trump lo defiende.
Los estados que votaron la semana pasada registraron una alta participación en las urnas y, por lo general, ningún incidente, lo cual demuestra la resiliencia del sistema electoral en los Estados Unidos, incluso en un momento de alta tensión. En un año, tendremos las elecciones de medio término, donde se disputará el control en el Congreso y en muchas legislaturas estatales.
Los indultos de Trump nos recuerdan que esas elecciones enfrentarán una nueva fuente extraordinaria de presión: el propio gobierno federal. Prepárense para un año de intensas luchas en defensa del voto.
Ya hemos escrito sobre la insistente estrategia de la administración Trump para interferir en las elecciones. Esta campaña incluye medidas muy públicas y órdenes apenas susurradas. Tuvimos la orden ejecutiva que quería exigir a las personas ciudadanas presentar un pasaporte o un documento similar para registrarse para votar. (El Brennan Center, junto con otras partes, demandaron a la administración Trump y lograron una victoria decisiva en el caso el 31 de octubre).
También incluye todos los intentos de la administración de acceder a los padrones electorales estatales, ahora a través de demandas judiciales presentadas en contra de los estados que se negaron a cumplir con estos pedidos ilegítimos. Y tuvimos los despidos de expertos federales en seguridad electoral que habían trabajado con los gobiernos estatales y locales para proteger las elecciones.
El presidente continúa acentuando su interés personal en las reglas electorales. Después de que la semana pasada los demócratas obtuvieron una importante victoria en las elecciones de Nueva Jersey, Virginia, la ciudad de Nueva York y otras partes del país, Trump exhortó al Senado a acabar con el filibusterismo para que la mayoría en el Senado pueda aprobar leyes que acabarían con la votación por correo y exigirían reglas más estrictas de identificación de votantes a nivel nacional.
“Aprueben la reforma de votantes, la identificación de los votantes y no al voto por correo. Salven nuestra Corte Suprema de los intentos de aumentar el número de magistrados, no a la incorporación de dos estados nuevos, etc. ¡¡¡ACABEN CON EL FILIBUSTERISMO!!!”, vociferó Trump en las redes sociales.
(A propósito, Trump tiene razón sobre el filibusterismo. En el Brennan Center, desde hace tiempo hemos argumentado que es una práctica antidemocrática. Pero, mientras exista, hay que agradecer que se pueda usar para bloquear los ataques contra la libertad del voto).
Gran parte de la lucha tendrá lugar en los tribunales. La semana pasada, la Corte Suprema anunció que iba a admitir un caso que cuestiona si los estados pueden seguir sus propias leyes y contar boletas que hayan sido enviadas antes del día de las elecciones, pero que llegan después.
Una decisión incorrecta por parte de la Corte, presidida por Roberts, podría invalidar leyes similares en todo el país, lo cual podría silenciar la voz de miles de votantes. Según las autoridades electorales de Misisipi: “Los riesgos son altos: las boletas que se emiten antes del día de las elecciones —pero se reciben después— pueden decidir contiendas reñidas y cambiar el curso del país”.
Es una forma novedosa de privar a los votantes de su derecho al voto. Y al igual que otras tácticas, esta artimaña crearía caos y confusión y propiciaría el negacionismo de elecciones en medio de la época electoral. Esperemos que la Corte Suprema comprenda la realidad del caso.
Todo este conflicto sobre las reglas electorales puede ser agotador y desalentador. Pero el electorado parece estar dándose cuenta de lo que está pasando. Se enoja cuando alguien intenta torcer el sistema.
Durante el verano, la descarada manipulación de los distritos electorales de Texas permitió agregar otros cinco escaños republicanos y, así, dio inicio a una pelea partidista que se expandió rápidamente por todo el país.
La semana pasada, el electorado de California aprobó, con una victoria aplastante, un nuevo mapa congresual para hacerle frente al de Texas, escaño manipulado por escaño manipulado. Cuando haya pasado la tormenta, quizá todo resulte en un empate entre demócratas y republicanos.
Sin embargo, la manipulación no se ha acabado. La Corte Suprema, presidida por John Roberts, ha transformado la política de los Estados Unidos al haber demolido las reglas de financiación de las campañas en el caso Citizens United v. FEC, desintegrado la Ley de Derecho al Voto (Voting Rights Act) en la causa Shelby County v. Holder, y haberse negado a regular la manipulación partidista de los distritos electorales.
Ahora, la Corte parece dispuesta a destruir la efectividad de una herramienta fundamental de las que aún quedan en la Ley de Derecho al Voto. Según cómo dictamine el caso Louisiana v. Callais, muchos distritos, por ahora representados por congresistas negros y latinos, podrían desaparecer. Esta sería una gravísima intervención en nuestras elecciones en un momento de peligro que no podría ser más grave.
Así que prepárense para un año agitado. Todos tendremos un rol que cumplir a la hora de defender las instituciones que nos gobiernan y proteger la libertad de voto.
Tendremos que dar apoyo a las autoridades electorales estatales y locales que enfrentan nuevas presiones. Tendremos que acudir a la justicia para defendernos contra la manipulación, y los tribunales tendrán que ponerse firmes —tal como, en general, lo han hecho— para garantizar la aplicación de reglas justas.
El Congreso tendrá que seguir rechazando propuestas que restrinjan el derecho al voto. La prensa tendrá que cubrir los esfuerzos de socavar las elecciones y mostrarlos no meramente como una táctica partidista, sino como una amenaza antiestadounidense.
¿Y el electorado? Sí, tendremos que ir a votar masivamente. Pero es igual de importante que también les exijamos a los candidatos que nos digan qué van a hacer para fortalecer nuestras instituciones democráticas para que no vuelvan a atacarlas de esta forma. Los discursos floridos sobre la democracia son bonitos, pero ¿se comprometerán las personas candidatas a priorizar la legislación anticorrupción?
Si no les gusta la manipulación de los distritos electorales y la política polarizada que genera, entonces exijan leyes nacionales que garanticen una distribución justa de los distritos electorales en todos lados. Los normas nacionales de redistribución de distritos se aplicarían en estados republicamos y demócratas por igual.
Si no les gusta tener un código impositivo plagado de vacíos legales que le permite a la clase adinerada manipular las reglas, entonces aprueben leyes para acabar con los fondos “anónimos” secretos que financian las campañas políticas. Y así sucesivamente.
Nuestra promesa en el Brennan Center es la siguiente: durante el año que se avecina, les mantendremos al tanto sobre lo que está pasando. Trabajaremos con las autoridades policiales y judiciales, expertos cibernéticos y funcionarios electorales locales y estatales.
Lucharemos a capa y espada para proteger el desarrollo de elecciones libres y justas. Y lucharemos con la misma intensidad para insistir en que, el escándalo, vaya seguido de una reforma y para que la clase política trate la salud de nuestra democracia como el tema central que es y le corresponde.
Traducción de Ana Lis Salotti