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Análisis

El Congreso duerme mientras las fuerzas militares atacan Irán

El ataque requería la autorización del Congreso.

junio 25, 2025
Bomber
USAF/Getty
  • El bombardeo de los EE. UU. contra Irán de la semana pasada, llevado a cabo bajo las circunstancias actuales, puede ocurrir únicamente con la autorización del Congreso.
  • Las preocupaciones por un poder presidencial ilimitado hicieron que, en 1973, el Congreso promulgara la Resolución de Poderes de Guerra después del trauma de la Guerra de Vietnam.

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El presidente Woodrow Wilson se presentó para su reelección en 1916 bajo el eslogan “Él nos mantuvo fuera de la guerra”, solo para que, unos meses después, lanzara a los Estados Unidos de cabeza en la Primera Guerra Mundial. Donald Trump compite con Wilson por el cambio de postura más abrupto de un presidente. Ya nada queda de la promesa de acabar con las “guerras perpetuas”.

Las ambiciones nucleares de Irán siempre han sido una amenaza, y el Brennan Center no opina sobre los méritos ni las consecuencias de las decisiones de política exterior. Pero el bombardeo de los EE. UU. contra Irán de la semana pasada, llevado a cabo bajo las circunstancias actuales, puede ocurrir únicamente con la autorización del Congreso.

Otra vez, Donald Trump ha demostrado su desprecio por el orden constitucional. Y otra vez, cuando se lo llama a la acción, el Congreso parece dispuesto a arrodillarse.

Las preocupaciones por un poder presidencial ilimitado hicieron que, en 1973, el Congreso promulgara la Resolución de Poderes de Guerra (War Powers Resolution) después del trauma de la Guerra de Vietnam. Esta resolución reconoce que el presidente puede utilizar las fuerzas militares solo cuando hay una guerra declarada, después de que el Congreso apruebe una autorización de fuerza militar o cuando hay una “emergencia nacional creada por un ataque” contra los Estados Unidos.

En este tipo de emergencias, la resolución le exige al presidente consultarlo con el Congreso “en todos los casos posibles”. También le requiere al presidente notificar al Congreso dentro de las 48 horas y finalizar las operaciones si el Congreso no ha autorizado el uso de las fuerzas militares dentro de los 60 días.

Muchos presidentes se irritaron con estas restricciones. Pero, cuando se trató de acciones militares importantes, las acataron. George H. W. Bush obtuvo la autorización del Congreso antes de la Guerra del Golfo en 1991. George W. Bush consiguió la aprobación del Congreso para la Guerra de Iraq. El Congreso autorizó la respuesta militar tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.

Cabe aclarar que los presidentes de los dos partidos han ordenado acciones militares sin aprobación, a menudo citando la naturaleza limitada de las operaciones. Pero el ataque contra Irán difícilmente haya sido una redada contra una célula terrorista. Este fue un ataque contra una infraestructura militar de un país con 93 millones de habitantes. Este país ha patrocinado el terrorismo durante décadas, ha desplegado fuerzas subsidiarias como las de Hezbollah y Hamas y ha dominado el Líbano, Siria y Yemen.

En resumidas cuentas, tiene la capacidad de responder y una historia de agresión. Al momento del ataque, había posibilidad de una amplia gama de consecuencias. Las guerras raramente se desarrollan como se prevén. Tal como señaló el exsecretario de defensa James Mattis: “El enemigo tiene voto”.

No hay ninguna “emergencia nacional creada por un ataque”. De hecho, llamar a estas circunstancias una emergencia de cualquier tipo es ciertamente una exageración. El propio director de inteligencia nacional de Trump testificó hace poco que la comunidad de inteligencia “continúa evaluando que Irán no está construyendo un arma nuclear y que su líder supremo Khamanei no ha autorizado el programa de armas nucleares que suspendió en 2003”.

El vicepresidente JD Vance explicó, en términos bastante crípticos y definitivamente preocupantes: “Claro que confiamos en nuestra comunidad de inteligencia, pero también confiamos en nuestros instintos”.

Quienes defienden a Trump recurren a las justificaciones legales más amplias y débiles. Todo esto, dicen, es parte de su poder como comandante en jefe de las fuerzas militares. Anoche, una escueta carta al Congreso explicó que el ataque fue necesario “para avanzar los intereses vitales de los Estados Unidos y en defensa colectiva de nuestro aliado, Israel”. Esa fue toda la justificación otorgada.

Debemos comprender esto como parte de los esfuerzos constantes y agresivos de Trump de expandir enormemente su poder presidencial. Alegando emergencias ficticias y de forma ilegal, Trump ya ha impuesto aranceles a casi todo el mundo y utilizado la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act) para quitarles a los inmigrantes su derecho al debido proceso.

En palabras de David Frum, quien expresó su apoyo al ataque contra Irán, “Trump no ha puesto soldados estadounidenses sobre el terreno para luchar contra Irán, pero sí ha puesto tropas militares estadounidenses sobre el terreno para lanzar una ocupación militar en California que nadie solicitó”.

Y tal como señala mi colega Katherine Yon Ebright, Trump dice que el bombardeo en Irán no es una guerra, pero insiste en que las violaciones de las leyes de inmigración y el narcotráfico de una banda criminal lo son.Además, todo el mundo sabe que los tiempos de guerra, reales o imaginarios, ofrecen muchas oportunidades nuevas para violar derechos y amasar poder.

Los tribunales seguramente no intervengan. Rara vez, por no decir nunca, han intervenido para frenar el poder de un presidente para hacer la guerra.

No, el Congreso debe ser el principal mecanismo de control para una rama ejecutiva que se sale de control. Puede invocar la Resolución de Poderes de Guerra y votar si autoriza intervenciones militares futuras en Irán.

Un grupo de congresistas de los dos partidos, liderado por el representante Thomas Massie (R-KY) y el senador Tim Kaine (D-VA), ya ha presentado una Resolución de Poderes de Guerra contra Irán en la Cámara de Representantes y el Senado. La medida debe someterse a votación. El presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson clasificó la medida de “pura política”.

Sin un Congreso pasivo, no tendríamos una presidencia imperial. La rama legislativa es experta en eludir responsabilidades, mostrar preocupación y dar discursos, pero, en secreto, siente un gran alivio de que otra persona esté actuando y reciba las críticas. Esta es una de las mayores razones por las que el Congreso ha cedido su autoridad para declarar guerras.

James Madison lo dijo muy bien cuando le escribía a Thomas Jefferson en 1798: “La Constitución presupone, lo que la historia de todos los gobiernos demuestra, que el ejecutivo es la rama de poder más interesada en la guerra y la más predispuesta a ella. Por consiguiente y con estudiado cuidado, le ha concedido la cuestión de la guerra al poder legislativo”.

Traducción de Ana Lis Salotti.