Skip Navigation
Análisis

¿Cómo las grandes donaciones en la política debilitan nuestra democracia?

El Congreso debe reparar un sistema que le quita poder al electorado y beneficia solo a los intereses de los donantes adinerados.

mayo 27, 2025
Cómo las grandes donaciones en la política debilitan nuestra democracia
bashta/Getty

Suscríbete aquí al boletín informativo de Brennan Center en español

Esta columna se publicó originalmente en La Opinión

El regalo que el país árabe de Qatar le ofreció al presidente Trump, un avión valuado en unos $400 millones para ser usado como el nuevo Air Force One, ha sido objeto de mucha indignación. Pero coincide con las contribuciones astronómicas que se han realizado en nuestro país en las últimas elecciones presidenciales.

Como es de público conocimiento, solo Elon Musk gastó $288 millones en las elecciones y se aseguró un cargo prominente dentro de la nueva administración.

Las encuestas indican que el electorado está muy descontento con el rol que desempeña el dinero en la política. Cuando un candidato tiene que recurrir a donantes adinerados, en vez de acudir a las comunidades que supuestamente debería representar, esto le roba a la persona votante promedio su capacidad de influir en la política.

Pero no tiene por qué ser así, y Canadá nos puede enseñar una lección.

Las campañas políticas en Canadá no incluyen contribuciones multimillonarias porque las elecciones federales canadienses tienen estrictos límites de contribución. Los candidatos y candidatas solo pueden gastar un máximo de 5,000 dólares canadienses (unos 3,600 dólares estadounidenses) de sus fondos personales en sus campañas, y las personas adineradas y las grandes corporaciones no tienen ninguna forma legal de destinar sumas ilimitadas de dinero a candidatos ni partidos políticos.

El financiamiento público representa un importante porcentaje del dinero que se destina a las elecciones canadienses con el objetivo de potenciar el poder de las pequeñas donaciones. Esto no es muy distinto a lo que ha estado ocurriendo en algunas jurisdicciones de los Estados Unidos, como el estado de Nueva York, cuyo programa de financiamiento público de campañas políticas multiplica las pequeñas contribuciones del público para recompensar a los candidatos y candidatas que buscan el apoyo de sus comunidades.

El financiamiento público está demostrando ser una herramienta poderosa para contrarrestar la influencia de las grandes donaciones en la política, que en las últimas elecciones rompieron todos los récords. Un estudio recientemente publicado por el Brennan Center reveló que los grupos que no divulgan la identidad de sus donantes gastaron $1.9 billones en las elecciones de 2024, casi el doble del $1 billón gastado en 2020. Es casi seguro que el total real de estos “fondos anónimos” sea más alto, porque gran parte de ellos es difícil de rastrear.

Tanto el partido republicano como el demócrata se benefician del importante apoyo que les ofrecen las donaciones anónimas, pero las encuestas públicas indican una y otra vez que la mayor parte del pueblo estadounidense apoya iniciativas que regulen el financiamiento de campañas, como las contribuciones y los límites en los gastos.

Es muy probable que este nivel de gastos récord continúe, hasta que el Congreso tome cartas en el asunto y repare un sistema que menoscaba nuestra democracia y le quita poder al electorado.