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Análisis

Cómo descarrilar una campaña para la presidencia

Los adversarios de Trump cometieron errores que causaron sus históricas derrotas. Iowa nos dejó muchas lecciones.

Enero 16, 2024
Trump
Jeff Swensen/Getty

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La victoria de Donald Trump en los “caucuses” o asambleas de los republicanos de Iowa no fue ninguna sorpresa. Los votantes mostraron poco entusiasmo, con una participación aproximadamente 40 por ciento más baja que la última vez que hubo una contienda republicana en 2016.

Los 56,000 votos a favor de Trump no llenarían el estadio de fútbol americano de la universidad local. Además, los resultados sugieren que tal vez la campaña por la nominación republicana ya terminó. Todo esto indica unas cuantas cosas sobre el estado de nuestra democracia.

La democracia no estuvo en la boleta

Los candidatos republicanos nos regalaron una de las batallas tácticas y retóricas más extrañas en la historia de las primarias presidenciales. Trump es el único presidente de la historia que ha enfrentado un proceso de destitución dos veces, una vez por tratar flagrantemente de ir en contra de la Constitución de los Estados Unidos y ahora al enfrentar múltiples acusaciones de delitos cometidos en el cargo.

Sus dos opositores principales admiten que su derrota electoral en 2020 fue legítima. Sin embargo, ninguno se enfocó en ello al presentar su caso contra Trump. Ni siquiera fue un mensaje destacado.

Se entiende. Las encuestas indican que los republicanos de Iowa no tienen el menor deseo de escuchar críticas contra Trump. Una encuesta de votantes llevada a cabo por CNN anoche mostró que dos tercios de quienes acudieron a las reuniones electorales de Iowa no creen que Joe Biden fue elegido presidente legítimamente.

Y cerca de 60 por ciento consideraría a Trump apto para ser presidente incluso si es declarado culpable de un delito.

Pero es posible interpretar los datos de otra manera. En elecciones primarias normales, los candidatos que no están en el primer lugar critican los puntos vulnerables del favorito. Al rehusarse a criticar efectivamente a Trump, Nikki Haley y Ron DeSantis le dieron a Trump carta blanca para mentir sobre las elecciones de 2020.

No les dijeron la verdad a los residentes de Iowa e hicieron que fuera demasiado fácil que los votantes creyeran en la Gran Mentira. Es una falla moral, pero la primera ronda de resultados muestra que también es un fracaso estratégico.

La artimaña financiera de DeSantis no funcionó

Nadie le prestó mucha atención al rol que jugó el dinero en esta contienda; esto es, no a la competencia sobre quién tiene más, sino el colapso de las leyes de financiamiento de campaña.

DeSantis esquivó las reglas federales al delegar algunos de los aspectos más básicos de la campaña a su súper PAC, que no tiene límites para el monto de contribuciones. Conforme a Citizens United y otros dictámenes, tales comités deben ser “independientes” para ser legales.

DeSantis apenas aparentó tratar de hacerlo y puso a aliados y confidentes en puestos de la entidad supuestamente independiente. Never Back Down figuró en los titulares principalmente por sus luchas internas, ineptitud y la publicación accidental en un sitio web público de un memorando de preparación del candidato.

Los resultados de Iowa muestran que la artimaña estuvo espectacularmente equivocada. A fin de cuentas, la coalición de súper PAC de DeSantis gastó $31 millones en publicidad en Iowa y obtuvo apenas 20 por ciento del voto. (Los súper PAC aliados a Haley produjeron prácticamente el mismo resultado: gastaron una fortuna similar y lograron incluso menos votos para ella).

Hay quienes alabaron la estrategia de DeSantis como una innovación. Si hubiera surtido efecto, habría pisoteado lo que queda de nuestras leyes de financiamiento de campaña. No fue eficaz. Agradezcamos por lo menos esto.

El proceso de las reuniones electorales está dirigido a los votantes más extremistas

Nuestro proceso basado en primarias por estado para seleccionar a nominados a la presidencia surgió casi por accidente en 1972. Los reformistas reaccionaron a la lucha por la nominación demócrata que ganó Hubert Humphrey cuatro años antes, después de participar en pocas elecciones primarias.

Se ha convertido en un reality show muy caro y de varios años. Es deprimente que otros países hayan empezado a copiar elementos de este sistema (el Partido Laborista del Reino Unido, por ejemplo). Tiene unos pocos elementos buenos y muchísimos malos.

Por lo menos, la mayor parte del tiempo, los propios votantes logran tener voz y voto. Como fue tristemente claro anoche, las extrañas y antidemocráticas reuniones electorales de Iowa no deben tener un papel tan grande.

Las reuniones solo pasaron a ser significativas cuando Jimmy Carter, un desconocido exgobernador de Georgia por un solo periodo, ganó en 1976 e impulsó su poco probable victoria. Fue extraño incluso entonces.

Requiere que los votantes se presenten a una hora y lugar específicos, sin prácticamente ninguna oportunidad de votar con anticipación o en ausencia. Participa una fracción minúscula los votantes elegibles y, como indicó la encuesta de CNN, con frecuencia son los más extremistas y fanáticos.

Este diminuto segmento de votantes dispuestos a tiritar en temperaturas gélidas para respaldar a su candidato no refleja al partido ni, mucho menos, al electorado.

Los demócratas abandonaron las reuniones electorales de Iowa durante este ciclo. Mejor tarde que nunca. Los republicanos deben hacer lo mismo en 2028.

Traducción de Keynotes Translations and Editorial Services