Cómo se determinan las violaciones a la Sección 2
La Sección 2 es una herramienta poderosa para combatir la discriminación racial, pero tiene requisitos estrictos.
Si bien quienes critican la Ley de Derecho al Voto suelen caricaturizar la Sección 2 porque dicen que pide una distribución racial de distritos siempre que una comunidad minoritaria se vuelve lo suficientemente grande, la ley exige mucho más que tan solo el tamaño de una población. De hecho, en la actualidad, hay muchas partes del país donde incluso comunidades minoritarias de tamaño muy considerable no podrían presentar una demanda para crear un distrito para sus minorías porque no cumplen con uno o más de los otros requisitos de la ley.
Las tres precondiciones de Gingles
Desde 1986, toda demanda que alegue que un plan de redistribución de distritos electorales o un sistema electoral de un único distrito viola la Sección 2 está regida por un exigente marco multifacético que la Corte Suprema estableció por primera vez en el caso Gingles v. Thornburg.
Este marco está formado por tres “precondiciones” iniciales elaboradas para identificar situaciones en las que el diseño de una “ley, práctica o estructura electoral interactúa con las condiciones sociales e históricas… para minimizar o eliminar la capacidad de una minoría de electores para elegir a sus candidatos preferidos”. Si la parte demandante no puede probar la existencia de las tres precondiciones, la demanda sobre la Sección 2 fracasa. Si alguna de las precondiciones deja de existir en el futuro, caduca la responsabilidad de la jurisdicción conforme a la Sección 2.
Dos de las precondiciones tienen que ver con la presencia y magnitud de un voto racialmente polarizado en el área geográfica donde se presenta la demanda conforme a la Sección 2, es decir, el grado en que las preferencias de candidatos de las personas votantes blancas se diferencian drásticamente de las de las personas votantes no blancas, según su raza.
A los efectos de estas precondiciones, no basta con que la parte demandante demuestre que haya ciertas diferencias en las preferencias de candidatos entre el electorado blanco y el electorado no blanco. Más bien, la parte demandante debe demostrar que la divergencia es tan extrema y perdurable que el electorado minoritario, a pesar de votar en su total conjunto a determinados candidatos, no pueden ganar en las elecciones porque el electorado blanco vota mayormente en bloque por otros candidatos. El resultado es un sistema que siempre o casi siempre les gana a los candidatos preferidos por las comunidades minoritarias.
Además de probar este patrón prolongado de voto racialmente polarizado, las precondiciones de Gingles también le exige a la parte demandante presentar un mapa que indique la posibilidad de reparar los efectos del voto racialmente polarizado a través de la creación de un distrito electoral donde el electorado minoritario es mayoría.
Este requisito del trazado de un mapa también es estricto. Tal como lo interpretó la Corte Suprema, el distrito alternativo con mayoría de minorías presentado por la parte demandante durante la fase de precondiciones de Gingles debe estar configurado razonablemente y cumplir mayormente con las reglas de distribución de distritos de la jurisdicción correspondiente, tal como las directivas que limitan las divisiones de un condado.
Además, la jurisprudencia de la Corte Suprema en materia de manipulación racial de distritos impone más restricciones. Si bien las cuestiones raciales pueden ser una consideración a la hora de trazar el distrito alternativo, según los casos de manipulación racial de distritos, las cuestiones raciales no pueden predominar ni ser el único factor que motive la forma en que se trazan los límites de un distrito.
El último paso
Si la parte demandante de un caso sobre la Sección 2 brinda pruebas que cumplen con las tres precondiciones, el caso entonces pasa a un cuarto y último paso, conocido como el análisis de la “totalidad de las circunstancias”. En este paso, el tribunal evalúa si la desventaja electoral creada por un voto con extrema polarización racial se ve aún más exacerbada por las condiciones locales adversas.
Este paso incluye la consideración de varios factores, tales como el grado en el que las campañas locales utilizan expresiones raciales manifiestas o sutiles cuando se dirigen a sus electores, si el proceso de selección o apoyo político en una jurisdicción es racialmente exclusivista y si las comunidades minoritarias enfrentan otros obstáculos importantes en los comicios y en la participación igualitaria durante el proceso electoral, como aquellos provocados por los efectos persistentes de prácticas pasadas de discriminación racial.
La parte demandante debe superar los cuatro pasos del proceso para determinar responsabilidad conforme a la Sección 2.