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Seis datos que hay que saber sobre la manipulación partidista de distritos electorales (Partisan Gerrymandering)

La manipulación anti-democrática amenaza más que nunca el comienzo de la distribución de distritos en los estados.

  • Julia Kirschenbaum Julia Kirschenbaum
  • Michael Li Photo Michael Li
Published: August 10, 2021
redistricting map
Duane Howell/The Denver Post via Getty Images

Cuando la Oficina del Censo publique los datos sobre la distribución de distritos el 12 de agosto, los estados y los gobiernos locales comenzarán con el proceso de cada diez años conocido como “redistricting” en inglés, el cual define los nuevos límites de distritos electorales según los datos demográficos y de población obtenidos por el censo de 2020. Y la manipulación de distritos electorales conocida como “gerrymandering” también comenzará con el fin de influir en las elecciones. 

El próximo ciclo de distribución de distritos será el primero desde Rucho vs. Causa Común, donde en 2019 la Corte Suprema decidió que no se pueden presentar demandas por manipulación partidista de distritos ante tribunales federales, lo cual preparó el terreno para la ronda de distribución de mapas más preocupante que quizás  haya existido en la historia de nuestro país.

Pero ¿qué es exactamente una manipulación partidista de distritos y cómo afecta nuestra democracia? Aquí presentamos seis datos que hay que saber:

1. La manipulación de distritos es una práctica sumamente antidemocrática.

La manipulación de distritos electorales, o gerrymandering en inglés, es la manipulación de los límites de los distritos para generar resultados en las elecciones que no están alineados con la preferencia de los votantes, por lo general con la intención de consolidar el poder político de un partido.

Cada diez años, después del censo, los estados redefinen sus distritos legislativos y congresuales en un proceso que se conoce como distribución de distritos o “redistricting.” Dado que las comunidades cambian con el tiempo, este proceso es fundamental para nuestra democracia: se deben trazar mapas que aseguren que los distritos tengan una población similar entre ellos, que cumplan con las leyes tales como la Ley de Derecho al Voto y que representen a la población del estado de muchos otros modos. Si se hace bien, el proceso de distribución de distritos crea la oportunidad de tener mapas que, en palabras de John Adams, sean un “retrato exacto, una miniatura” del pueblo. 

Pero, a veces, este proceso se utiliza para trazar mapas que inclinan la balanza en favor de un determinado resultado electoral que no tiene nada que ver con las preferencias de los votantes. Esto tiende a ocurrir cuando el trazado de límites se deja en manos de las legislaturas, donde un partido controla el proceso, lo cual pasa cada vez más seguido. Cuando esto ocurre, la distribución de distritos casi siempre termina volviéndose un proceso más partidista que otra cosa. Y así se producen mapas donde se garantizan los resultados electorales incluso en años cuando el partido que controla el proceso ha tenido una mala racha. En lugar de que los votantes elijan a sus representantes, la manipulación de distritos empodera a los políticos para que sean ellos los que elijan a sus votantes. 

2. Hay muchas formas de manipular distritos.

Si bien los distritos legislativos y congresuales pueden tomar formas muy diversas de estado a estado, la mayoría de los intentos de manipulación se pueden reducir a la aplicación de dos técnicas básicas: partir y amontonar.

Partir distritos significa dividir grupos de personas con características parecidas, tales como votantes de la misma afiliación política, entre distintos distritos. Al tener su fuerza electoral dividida, a estos grupos se les hace difícil elegir y colocar en el poder a sus candidatos de preferencia en cualquiera de los distritos.  

Amontonar distritos es lo opuesto a partirlos: las personas que trazan los mapas meten a ciertos grupos de votantes en la menor cantidad de distritos posible. En estos pocos distritos, los grupos “amontonados” eligen a sus candidatos de preferencia que terminan electos, pero la fuerza electoral de estos grupos queda debilitada en los demás sitios.

Algunas o todas estas técnicas pueden utilizarse para crear una ventaja partidista en el trazado de distritos. Sin embargo, cabe destacar que, si bien la manipulación de distritos a veces crea límites con formas muy extrañas, esto no siempre es así. Cuando se parten y amontonan distritos, a menudo se pueden crear distritos con límites perfectamente regulares que hasta parecen bonitos, pero que en realidad favorecen ampliamente a uno de los partidos políticos.

3. La manipulación de distritos tiene un efecto real sobre el equilibrio del poder en el Congreso y en muchas legislaturas estatales.

En 2010, un grupo de republicanos, en un esfuerzo por controlar el trazado de mapas para el Congreso, crearon una campaña para ganar la mayoría de escaños en la mayor cantidad de legislaturas estatales como les fuera posible. Su campaña fue desaforadamente exitosa: les dio a los republicanos el control para trazar 213 distritos congresuales. El nuevo trazado de mapas que le siguió a esta campaña produjo algunos de los distritos más manipulados de la historia de nuestro país. Por ejemplo, en el estado pendular de Pensilvania, la manipulación del mapa congresual les dio a los republicanos un control casi absoluto de 13 de los 18 distritos congresuales del estado, incluso en elecciones donde los demócratas ganaron la mayoría del voto estatal para el Congreso.

En total, este partidismo extremo en los mapas congresuales les dio a

los republicanos una ventaja neta de 16 a 17 escaños por sobre los demócratas durante la mayor parte de la década pasada. Solo Míchigan, Carolina de Norte y Pensilvania, los tres estados con los mapas más manipulados del último ciclo de distribución de distritos, aportaron de 7 a 10 escaños extra para los republicanos en la Cámara de Representantes.

A nivel estatal, la manipulación de distritos también ha creado ventajas partidistas importantes durante el trazado de mapas. Por ejemplo, en 2018 en Wisconsin, el partido demócrata ganó en todas las candidaturas para funcionario estatal y también la mayoría del voto popular estatal, pero gracias a la manipulación de distritos, terminó obteniendo solo 36 de los 99 escaños de la Asamblea.

Si bien fueron los republicanos los principales beneficiarios de la manipulación de distritos durante la última década, los demócratas también han utilizado el proceso de distribución de distritos con fines partidistas: en Maryland, por ejemplo, los demócratas usaron el control que tenía su partido durante el trazado de mapas para eliminar uno de los distritos congresuales republicanos del estado. 

Al fin y al cabo, son los votantes los que pierden. Todo mapa manipulado hace que las elecciones sean menos competitivas y, a su vez, que aún más estadounidenses crean que su voto no vale.

4. La manipulación de distritos nos afecta a todos, pero las peores consecuencias las sufren las comunidades latinas y otras comunidades no blancas.

Si bien la manipulación partidista de distritos nos perjudica a todos, son a menudo las comunidades latinas y otras comunidades no blancas las que se llevan la peor parte. Debido a la segregación residencial y a los patrones de voto racialmente polarizados, especialmente en los estados del sur, atacar a las comunidades no blancas termina siendo una técnica efectiva para que el partido que controla el proceso de distribución de distritos pueda sacar ventaja. Esto es así sin importar quién traza los mapas, ya sean republicanos o demócratas.

El fallo de la Corte Suprema en la causa Rucho que permite la manipulación de distritos ha empeorado las cosas. La Ley de Derecho al Voto de 1965 y la Constitución prohíben la discriminación racial durante la distribución de distritos. Pero, debido a que suele haber una relación entre la afiliación política y el origen racial o étnico de las personas, la causa Rucho abre la puerta para que los estados con control republicano puedan defender sus mapas racialmente discriminatorios sosteniendo que son legítimos porque discriminan a los demócratas, lo cual está permitido, y no a las votantes negros, latinos o asiáticos, lo cual no está permitido. 

Desafortunadamente, las comunidades no blancas son frecuentemente el objetivo del “partir” y “amontonar,” gracias a la segregación residencial que existe especialmente en el sur del país, lo cual facilita manipular distritos y lograr la mayor ventaja política posible.   

5. La manipulación de distritos es cada vez peor.

La manipulación de distritos es una táctica tan antigua como la fundación de los Estados Unidos. Cuando se diseñó el primer mapa congresual de Virginia, Patrick Henry intentó trazar los límites de su distrito de un modo tal que impidiera a su rival, James Madison, ganar las elecciones. Pero la manipulación de distritos también ha cambiado radicalmente desde la fundación: hoy en día, se usan algoritmos informáticos complejos y datos sofisticados sobre los votantes que les permiten a las personas encargadas de trazar mapas jugar el juego de la distribución de distritos a una escala masiva y con una precisión quirúrgica. Donde antes se elegía entre tres, cuatro o cinco mapas trazados a mano para manipularlos, ahora se pueden crear y elegir de entre miles de mapas generados por computadora.

Además, la manipulación de distritos seguramente será cada vez peor, porque el marco jurídico que regula la distribución de distritos no se actualiza al ritmo de los cambios demográficos. Antes, la mayoría de las personas no blancas en las áreas metropolitanas del país vivían en ciudades muy segregadas. Pero en la actualidad, la mayoría de las comunidades negras, latinas y asiática-americanas viven en suburbios cada vez más diversos. Este cambio ha generado nuevas coaliciones políticas multirraciales muy poderosas, fuera de Atlanta, Dallas, Houston y otras ciudades, que han ganado las elecciones, o casi las han ganado. Sin embargo, la Corte Suprema no les ha otorgado a estos distritos con coaliciones multirraciales las mismas protecciones de las que gozan los distritos con mayoría de minorías. Por eso, estos distritos suburbanos con coaliciones políticas terminan siendo un excelente objetivo a desmantelar cuando se intenta manipular distritos para ganar ventaja política.

6. El Congreso está considerando una reforma federal que ayudaría a contrarrestar la manipulación de distritos, pero se debe actuar ya mismo.

La Ley para la Gente (For the People Act), una ley de reforma democrática histórica que ya ha sido aprobada por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, representa un paso importante a la hora de ponerles freno a los trucos políticos durante el trazado de mapas. Este proyecto de ley aumentaría la transparencia, fortalecería las protecciones para las comunidades no blancas y prohibiría la manipulación de distritos congresuales. También mejoraría la capacidad de los votantes de presentar demandas judiciales para impugnar mapas manipulados. 

El proceso de distribución de distritos comienza en muchos estados cuando la Oficina del Censo publique sus primeros datos el 12 de agosto de 2021. Urge que el Congreso actúe rápidamente para evitar otra década de discriminación política y racial. De eso depende la representación justa.