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Esperar Para Votar

Las largas esperas para votar en persona son un trastorno, privan del derecho al voto y son demasiado frecuentes. Lo más probable es que las comunidades negras y latinas sean las más afectadas.

  • Hannah Klain
  • Kevin Morris
  • Max Feldman
  • Rebecca Ayala
Published: June 3, 2020
Waiting to Vote
Brian Blanco/Getty

Prólogo

Las fotos de personas en Milwaukee haciendo cola para votar el 7 de abril con equipos de protección personal hechos a mano resultaron tan hermosas como desgarradoras. Resultó hermoso, y hasta inspirador, ver que muchas personas, aun con una pandemia mortal a la vuelta de la esquina, les importara tanto su derecho al voto que hubieran acudido a las urnas. Y resultó desgarrador que hayan tenido que arriesgar su salud para hacerlo.

Algunos informes periodísticos indicaron que Milwaukee, la ciudad más diversa de un estado mayormente blanco, había reducido sus 180 sitios de votación usuales a tan solo cinco. La pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto graves problemas en nuestros sistemas electorales, y ha vuelto urgente la necesidad de reforma. Sin embargo, los votantes de color y de comunidades demográficamente cambiantes de todo el país ya lo sabían. Según un informe del Brennan Center sobre las desigualdades raciales en cuanto a la espera en las urnas, los estadounidenses negros y latinos deben esperar más tiempo para votar en el día de las elecciones que los votantes blancos. Antes, estas largas esperas eran un trastorno y privaban del derecho a votar a muchas personas. Ahora, en medio de una pandemia, podrían además ser mortales.

Si bien nuestro informe (aquí en inglés) se redactó antes de la erupción del coronavirus, resulta ahora aún más esencial porque brinda información sobre las necesidades de las comunidades y los errores comunes que se cometen durante el proceso de planear y emplear personal para las elecciones en persona. Aunque sin dudas el riesgo de Covid-19 impulsará a que más votantes envíen su voto por correo, algunas comunidades, más comúnmente de color, dependen de los sitios de votación. Debemos asegurarnos de que haya opciones para votar en persona y que tengan la suficiente cantidad de recursos adecuados.

Los meses previos a las elecciones generales de noviembre han sido marcados por enormes trastornos y grandes adversidades en todas las facetas de la vida de nuestro país. Al momento de publicar este resumen, la pandemia se ha cobrado la vida de más de 200,000 estadounidenses. También ha hecho que se cierren escuelas, que las personas pierdan sus empleos y que todos nos distanciemos unos de los otros. Nuestro derecho fundamental al voto y nuestros procesos democráticos son más importantes que nunca: las autoridades que elegiremos tomarán decisiones vitales que afectarán nuestra salud, seguridad y bienestar.

En estos tiempos difíciles, nuestro país no se beneficiará del buen juicio y la experiencia de todos sus ciudadanos si no podemos votar con libertad y sin riesgos.

Myrna Pérez
Directora, Programa sobre Elecciones y Derecho al Voto 
Brennan Center for Justice en la Facultad de Derecho de NYU

Introducción

  • Fueron más los votantes latinos y negros que los votantes blancos los que informaron esperas particularmente largas y, en general, esperaron más tiempo. El día de las elecciones, los votantes latinos y negros hicieron las colas más largas, en comparación con los votantes blancos: aproximadamente el 6.6 por ciento de votantes latinos y el 7.0 por ciento de votantes negros informaron tener que esperar 30 minutos o más para votar, lo cual supera los tiempos de espera aceptables establecidos por la Comisión Presidencial para la Administración Electoral, en comparación con tan solo el 4.1 por ciento de votantes blancos. En términos más generales, los votantes latinos esperaron un promedio del 46 por ciento más que los votantes blancos; y los votantes negros, un promedio del 45 por ciento más que los votantes blancos.
     
  • Los votantes en condados con menos recursos electorales por votante, en comparación con otros condados, informaron tiempos de espera más largos en 2018. En nuestro informe, ofrecemos la primera evidencia estadística a nivel nacional de que los condados con menos sitios de votación, máquinas de votación y trabajadores electorales (aquí denominados “recursos electorales”) por votante el día de las elecciones, en comparación con otros condados, tuvieron esperas más prolongadas en 2018. Cuando hablamos de “votantes el día de las elecciones”, nos referimos a los individuos que fueron a votar en persona el día de las elecciones (aquí denominados “votantes”). Los votantes en condados con la menor cantidad de recursos electorales por votante informaron tener que esperar de dos a tres veces más para votar el día de las elecciones que los votantes en condados con la mayor cantidad de recursos.

Dados estos dos hallazgos estadísticos, se podría concluir que los votantes de color esperan más porque viven en condados con menos recursos electorales. Nuestros análisis no respaldan esta hipótesis; descubrimos que en promedio los condados con más comunidades minoritarias no tenían menos recursos por votante que los condados más blancos en 2018. Sin embargo, nuestros modelos estadísticos sí revelan que con menos recursos la brecha racial en cuanto a los tiempos de espera se habría hecho aún más grande.

  • Los condados que se volvieron menos blancos durante la última década tuvieron menos recursos electorales por votante en 2018 que aquellos condados que se hicieron más blancos. El condado promedio donde su población se volvió más blanca registró 63 votantes por trabajador electoral y unos 390 por sitio de votación. En comparación, el condado promedio que se volvió menos blanco tuvo 80 votantes por trabajador electoral y 550 por sitio de votación.
     
  • De igual modo, los condados donde disminuyeron los ingresos durante la última década tuvieron menos recursos electorales por votante en 2018 que los condados donde aumentaron los ingresos durante el mismo período. El condado promedio donde creció el ingreso real tuvo 74 votantes por trabajador y 470 por sitio de votación, mientras que en los condados donde disminuyó el ingreso real tuvo en promedio 82 votantes por trabajador y 590 por sitio de votación.

Nuestros resultados sugieren que la distribución equitativa de los recursos entre todos los contados y jurisdicciones no es suficiente para lograr tiempos de espera equitativos para todos los votantes, en especial, los votantes de color y de menores ingresos. En cambio, los administradores electorales deben concentrarse en aquellos condados y jurisdicciones que tienen una historia de largas esperas, asignar suficientes recursos en esos sitios y así equilibrar los tiempos de espera para todos los votantes. El objetivo de los administradores electorales debería ser el de distribuir recursos de modo tal que todos los votantes tengan la misma experiencia el día de las elecciones.

Desafíos en cuanto a los recursos electorales de 2020 y de cara al futuro: Políticas recomendadas

Las elecciones de 2020 retarán a los administradores electorales mucho más que las elecciones de 2018. Se prevé una participación en las urnas aún mayor, dada la contienda presidencial reñida que nos toca. Y muchos votantes seguirán teniendo la opción de votar antes del día de las elecciones, lo cual aumenta la incertidumbre a la hora de planear los comicios.

Nuestro análisis de los datos de los dos estudios antes mencionados, de los estatutos sobre asignación de recursos electorales que evaluamos y de las entrevistas que les hicimos a los administradores electorales sugiere varias tendencias preocupantes que podrían ocasionar largos tiempos de espera, y desiguales. Sin embargo, con un planeamiento cuidadoso y proactivo, nuestro sistema electoral puede prepararse para lidiar con un día de las elecciones extraordinariamente ajetreado.

A los administradores electorales les presentamos las siguientes recomendaciones específicas:

  • Brindar suficientes recursos para minimizar los tiempos de espera para votar. Las autoridades electorales en condados que han tenido largas esperas en las últimas elecciones deberían aumentar la cantidad y calidad de los recursos asignados, concretamente, sitios de votación, trabajadores electorales y máquinas de votación; y los legisladores estatales deberían asegurar una distribución sensata de los recursos entre los condados y jurisdicciones para evitar tiempos de espera desiguales.
     
  • Prepararse para una participación en las elecciones más alta que lo normal. Se espera que la participación en los comicios aumente a niveles extraordinarios en 2020, y los administradores electorales deberían evitar guiarse por las tendencias de participación registradas en otras elecciones presidenciales a la hora de decidir cómo asignar los recursos electorales. Como parte de un enfoque conservador de asignación de recursos, los condados deberían tomar en cuenta el total de sus votantes registrados. La consulta con grupos comunitarios y expertos en el campo puede ayudar a decidir cómo asignar los recursos; asimismo también puede ser útil explorar el uso de tecnologías innovadoras. Por ejemplo, la Junta Electoral de Rhode Island, en colaboración con la Universidad de Rhode Island, desarrolló algoritmos de asignación de recursos. Según la Junta, las decisiones tomadas en base a estos algoritmos han “ayudado a eliminar la mayoría de las esperas”.
     
  • Considerar posibles cambios de políticas que puedan repercutir en la participación. Las políticas electorales estatales pueden cambiar de una elección a otra, y estos cambios pueden repercutir en la cantidad de personas que votan el día de las elecciones. Nevada, por ejemplo, tendrá, por primera vez en 2020, un registro de votantes automático y durante el mismo día de las elecciones. Estas reformas a favor del votante amplían el acceso a las urnas y mejoran la administración electoral, pero pueden echar por tierra las predicciones de los administradores electorales sobre el nivel de participación en los comicios. Por eso, deben tomar en consideración nuevas políticas como las de Nevada cuando estiman los niveles de participación y asignan recursos.
     
  • Aumentar el cumplimiento con las reglas sobre los recursos electorales. Las autoridades estatales deberían revisar sus normas de asignación de recursos y garantizar su cumplimiento en todos los condados. Los estatutos que determinan la asignación de niveles mínimos de recursos electorales también les permiten a las organizaciones de defensa de derechos, fiscales generales estatales y miembros del público a verificar la asignación de recursos electorales. En 2020, estos individuos y entidades deberían hacer que los estados cumplan con estas normas.
     
  • Limitar el cierre de sitios de votación. En los últimos años, las autoridades electorales han cerrado numerosos sitios de votación. Como señalamos en nuestro informe, una mayor participación en la votación por correo no justifica completamente estos cierres. Los administradores deberían evaluar los datos de participación en las elecciones y el uso de la votación por correo y evitar cerrar sitios de votación sin pruebas analíticas firmes que demuestren que esos cierres no sobrecargarán los sitios de votación restantes. Además, las autoridades electorales deberían considerar abrir nuevos sitios de votación en áreas donde se prevé una alta participación en los comicios y donde ha habido largas esperas en las últimas elecciones.
     
  • Elaborar planes exhaustivos para la transición hacia los centros de votación. Los administradores deberían actuar con cautela cuando decidan crear centros de votación. Se deberían realizar pruebas piloto con los centros de votación en elecciones con un menor nivel de participación para que los administradores puedan predecir mejor las tendencias de distribución de votantes. Tampoco deberían cerrar ni combinar sitios de votación hasta que entiendan muy bien cómo planean los votantes utilizar los centros de votación. Además, las autoridades electorales deberían considerar emplear soluciones tecnológicas para facilitar la transición y maximizar la efectividad del modelo de los centros de votación. En el condado de Williamson, Texas, por ejemplo, los votantes pueden acceder a una aplicación para teléfonos inteligentes que les muestra el sitio de votación más cercano en su condado y el sitio con menores tiempos de espera.
     
  • Ampliar la asistencia en otros idiomas. Las jurisdicciones que no llegaron por poco al número mínimo que les obligaría a brindar asistencia electoral en otros idiomas según la Ley de Derecho al Voto (VRA) igual deberían procurar brindar dicha asistencia en las elecciones de 2020. Además, los legisladores deberían imitar a las ciudades y estados que han ido más allá de lo que requiere la ley VRA. Por ejemplo, California tiene una cifra mínima para la asistencia en otros idiomas más baja que la establecida a nivel federal y ha seguido ampliando su acceso al material de votación en otros idiomas a las comunidades de todo el estado. Las políticas proactivas de asistencia en otros idiomas ayudan a garantizar que todos los votantes puedan votar y minimizan la confusión y las demoras en las urnas.