- La redelimitación de los distritos es una oportunidad, para quienes controlan el proceso, de manipular los mapas a fin de favorecer a ciertos candidatos o partidos políticos.
- Cuando se manipulan los mapas, los políticos y los poderosos escogen a los votantes, en vez de lo contrario.
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Cada 10 años, después del censo, los estados vuelven a trazar los límites de los distritos congresales y las legislaturas estatales para reflejar los cambios demográficos, un proceso conocido como redistricting en inglés.
Si se hace bien, es la oportunidad de crear los mapas para elegir organismos legislativos que representen de manera equitativa a comunidades que, en las palabras de John Adams en 1776, son un “retrato exacto, una miniatura” de todo el pueblo. El proceso también se realiza a nivel local para volver a trazar los límites de distritos utilizados a fin de elegir a los miembros de organismos como las comisiones del condado, los concejos municipales y las juntas escolares.
Pero la redelimitación de los distritos también es una oportunidad, para quienes controlan el proceso, de manipular los mapas a fin de favorecer a ciertos candidatos o partidos políticos, una práctica conocida como la manipulación de distritos electorales (gerrymandering en inglés) por los partidos.
Si bien la manipulación es un problema en Estados Unidos desde hace tiempo, el ciclo de redelimitación después del censo de 2020 fue el primero desde que la Corte Suprema decidió en 2019 que no se pueden imputar los mapas manipulados ante los tribunales federales. Desde entonces, los estadounidenses han notado un nivel sin precedentes de manipulación en muchos lugares y lo peor todavía está por verse.
Esto es lo que debes saber sobre la manipulación partidista de distritos y cómo impacta nuestra democracia.
La manipulación partidista de distritos es una práctica antidemocrática.
Se supone que las elecciones deben producir resultados que reflejen la preferencia de los votantes. Pero cuando se manipulan los mapas, los políticos y los poderosos escogen a los votantes, en vez de lo contrario. Como resultado, los mapas son sesgados y poco representativos, y prácticamente se garantizan ciertos resultados electorales incluso cuando las preferencias de los votantes en las urnas cambian considerablemente. En casos extremos, el partido que traza los mapas puede llegar a ganar una mayoría de escaños a pesar de solo recibir una minoría de los votos.
Estos abusos en el trazado de distritos son particularmente frecuentes cuando un partido político tiene control exclusivo del proceso. Bajo control unipartidista, la delimitación tiende a suceder sin la debida transparencia y se da prioridad a los intereses de los partidos por encima de la representación equitativa de la población en general.
Hay muchas formas de manipular distritos.
Para entender claramente la manipulación de distritos electorales, es necesario conocer dos técnicas básicas: fraccionar y amontonar.
Fraccionar significa dividir en varios distritos a grupos de votantes no favorecidos. Ya que se divide su fuerza electoral, a estos grupos se les hace difícil elegir a sus candidatos preferidos ya que representan un porcentaje demasiado pequeño de los votantes, por lo que son poco eficaces.
Amontonar es lo opuesto a fraccionar. Cuando se amontona a miembros de grupos o partidos desfavorecidos, quienes trazan los mapas les asignan el menor número posible de distritos. Los grupos amontonados pueden elegir a los candidatos que prefieren con márgenes contundentes, pero su fuerza electoral se debilita en los demás distritos.
Ninguna de estas técnicas excluye a la otra: es posible usar ambas para trazar mapas que den una sólida ventaja a un partido.
Los distritos pueden cobrar cualquier forma.
Si bien la manipulación a veces produce distritos electorales de formas raras, ese no es siempre el caso. Si se hace de manera inteligente, es posible crear distritos fraccionados y amontonados que no llaman la atención y aun así, favorecer mucho a un partido. El actual mapa de Carolina del Norte para el Congreso es un ejemplo claro. Si bien los límites de los distritos parecen normales, dividen a los votantes con tal precisión que prácticamente se asegura que los republicanos ganen en 10 de las 14 contiendas congresales en el estado y posiblemente 11, lo que arroja resultados distorsionados en un estado perennemente reñido que con frecuencia elige demócratas a cargos estatales.
Por el contrario, es posible que ciertos distritos tengan forma extraña simplemente porque siguen un rasgo geográfico, como un río o límites municipales, o porque mantienen juntas a comunidades con identidad común o comparten importantesnecesidades comunes de representación.
La manipulación de distritos electorales tiene un impacto en el equilibrio de poder.
Los actuales mapas de elecciones congresales muestran el impacto de la manipulación electoral.
Después del censo de 2020, los republicanos controlaron el proceso para volver a trazar límites en más estados que los demócratas y aprovecharon esta ventaja enérgicamente. Según cálculos del Brennan Center, en promedio, los mapas utilizados en las elecciones de 2024 tenían, en términos netos, 16 distritos menos que eran demócratas o de tendencia demócrata que los mapas que cumplían con sólidos estándares contra la manipulación electoral en la Ley de Libertad de Voto (Freedom to Vote Act) a nivel federal, que está estancada en el Congreso.
Los mapas de Texas y Florida son particularmente sesgados, pero Carolina del Norte ofrece uno de los ejemplos más claros del impacto de la manipulación en el equilibrio del poder, no solo a nivel estatal sino también nacional.
Después de que la Corte Suprema de Carolina del Norte anuló el mapa congresal de 2021 de dicho estado como una manipulación partidista impermisible conforme a la constitución estatal, la corte puso en efecto un mapa trazado por expertos designados por el tribunal. Cuando usó el mapa en las elecciones de mitad de periodo de 2022, el estado eligió al mismo número de demócratas y republicanos a la Cámara de Representantes del país, un resultado reñido que se esperaba dadas las características políticas de ese estado.
Pero después de cambios en la composición de la Corte Suprema estatal, el tribunal revocó su decisión reciente y dijo que ya no supervisaría la manipulación partidista de distritos. Libre de restricciones, la legislatura bajo control republicano cambió los límites y, después de las elecciones de 2024, tres distritos demócratas en Carolina del Norte pasaron a ser republicanos, lo que bastó para darle el control de la Cámara de Representantes a ese partido, por escaso margen. Los demócratas evitaron por muy poco perder otro distrito.
De hecho, los republicanos no son los únicos que manipulan distritos. Por ejemplo, los demócratas en Illinois cambiaron audazmente el mapa congresal en su estado para hacer que los republicanos ocupen solo tres de los 17 escaños, el menor número de escaños republicanos desde la Guerra Civil. En cambio, el Brennan Center calcula que un mapa equitativo de Illinois tendría unos seis escaños republicanos.
El problema de la manipulación de distritos electorales empeora.
La manipulación distrital no es algo nuevo. A pesar de sus nobles ideales democráticos, incluso la generación de fundadores de la nación no escapó a la tentación de influir en los resultados. Elbridge Gerry, a quien se debe el término en inglés para la manipulación electoral, fue signatario de la Declaración de Independencia como también miembro de la Convención Constitucional. Al trazar el primer mapa congresal de Virginia, bien se sabe que Patrick Henry intentó trazar los límites de su distrito de un modo tal que impidiera que su rival, James Madison, ganara un cargo.
Pero si bien la manipulación de distritos data de los inicios de la nación, también ha cambiado radicalmente desde la fundación. Hoy en día, se usan complejos algoritmos informáticos y datos detallados sobre las preferencias políticas y conducta de los votantes que permiten que los encargados de trazar mapas lo hagan con una precisión quirúrgica.
Antes los manipuladores de distritos debían usar mapas trazados a mano, mientras que ahora pueden crear y seleccionar miles de opciones generadas por computadora.
Además, la triste realidad es que quienes trazan distritos en el país ya no tienen que temer la intervención judicial. En el caso Rucho v. Common Cause de 2019, la Corte Suprema decidió que si bien la manipulación de distritos electorales no “es acorde con los principios democráticos”, los reclamos por manipulación distrital son una “cuestión política” fuera del alcance de los tribunales. Esto sigue el precedente de la Corte Suprema de LULAC v. Perry, que dio paso a la práctica de cambiar los distritos para fines partidistas a mitad de década.
La manipulación de distritos afecta a todos los estadounidenses, pero las peores consecuencias las sufren las comunidades no blancas.
A menudo, combatir el poder político de comunidades minoritarias es un elemento importante de la manipulación de distritos. Esto sucede especialmente en los estados del sur, donde los demócratas blancos son un porcentaje relativamente bajo de los votantes y con frecuencia viven en los mismos vecindarios y comunidades que los republicanos blancos, lo que es problemático desde el punto de vista de quienes trazan los mapas con la intención de manipularlos. Incluso si se recurre a computadoras para formar distritos, puede ser difícil crear un mapa que tenga el efecto partidista deseado al simplemente enfocarse en los votantes blancos.
Por otro lado, la continua segregación residencial y los patrones de votación polarizados por raza, en particular en los estados sureños, significan que fraccionar y amontonar comunidades no blancas puede ser un recurso eficiente aunque cínico para crear ventajas para el partido a cargo de trazar los mapas. Este es el caso tanto si demócratas como republicanos están a cargo.
Nuevamente, la Corte Suprema ha empeorado la situación. La Constitución y la Ley de Derecho al Voto (Voting Rights Act) prohíben la discriminación racial al trazar distritos nuevos. Pero ya que con frecuencia hay una relación entre el partido preferido y la raza de las personas, en particular en el sur, la decisión de la Corte en Rucho dio pie a que los estados sencillamente defendieran mapas que discriminaban en términos raciales argumentando que discriminaban legalmente contra demócratas en vez de hacerlo contra votantes negros, latinos o asiáticos, lo que no está permitido.
Carolina del Sur ofrece un ejemplo claro de esta dinámica. Después del censo de 2020, sus legisladores estatales cambiaron los límites del distrito costero de la congresista republicana Nancy Mace para eliminar un gran número de votantes negros en el área de Charleston.
Cuando los votantes negros objetaron contra la reconfiguración de distritos en cortes federales como una manipulación racial que va en contra de la Constitución, los legisladores defendieron el mapa basándose en política, en particular, el deseo de hacer que el distrito sumamente competitivo de Mace sea republicano de manera más uniforme. Eliminar votantes negros y su poder político era apenas una manera de lograr el objetivo. La Corte Suprema estuvo de acuerdo y dictaminó que los votantes negros no habían probado que los límites del mapa se basaban en raza en vez de afiliación a partido.
Carolina del Sur no es el único caso ni mucho menos. En estados y localidades en todo el país, cada vez se usa más el obvio partidismo como pretexto de mapas que diluyen el poder electoral de las comunidades no blancas del país, que cada vez son más numerosas.
El Congreso puede prohibir la manipulación partidista.
A pesar de que la Corte Suprema no ha estado dispuesta a limitar estos abusos antidemocráticos, el Congreso todavía puede hacerlo.
En 2022, la Cámara de Representantes aprobó la Freedom to Vote Act, una importante medida legislativa federal de reforma democrática que habría prohibido los cambios a distritos a mitad de década y la manipulación partidista al trazar los mapas congresales. También buscaba mejorar la protección legal de votantes no blancos en los cambios de distritos, requerir mayor transparencia en el proceso de trazar mapas y aumentar la capacidad de los votantes de impugnar en los tribunales los mapas manipulados y lograr pronta protección.
Sin embargo, a pesar de que la propuesta contaba con suficientes votos para su aprobación en el Senado, no se logró, porque faltaron dos votos para cambiar las reglas sobre tácticas obstructivas, lo que habría permitido un voto general.
El voto estuvo dividido conforme a partidos: todo demócrata la apoyó y todo republicano se opuso a ella. Pero ya que la Corte Suprema ha dado paso a una nueva ronda de enérgica manipulación de distritos a mitad de década y ambos partidos al parecer están deseosos de participar, eso podría cambiar con el tiempo, pues tanto republicanos como demócratas están viendo los beneficios de tener estándares nacionales uniformes y condiciones equitativas. La representación equitativa de todos los estadounidenses depende de ello.
Traducción de Keynotes Translations and Editorial Services