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Análisis

Nuevo estudio revela la influencia desmesurada de los fondos anónimos de financiación en la política

Entidades desconocidas inyectaron miles de millones de dólares en las elecciones de 2024.

mayo 7, 2025
Fondos anónimos de financiación en la política
KTSDesign/Science Photo Library/Getty
  • Un estudio reveló que los grupos de fondos anónimos gastaron casi $2 billones en las elecciones de 2024, aproximadamente el doble del total gastado en 2020.
  • La mayoría de sus gastos habría sido ilegal antes de la causa Citizens United, que eliminó muchos de los límites que desde hacía mucho se imponían sobre los fondos de campaña.

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Todos los días aparece una nueva noticia sobre el rol desorbitante que desempeña la riqueza privada en la política estadounidense. Elon Musk recorta agresivamente y desmantela agencias federales.

Donantes multimillonarios de campañas políticas como Howard Lutnick y Linda McMahon presiden departamentos del gabinete.

Se supo que otros patrocinadores de Trump influyen en todo tipo de políticas, desde el tema de las criptomonedas hasta las cuestiones en el Medio Oriente. Mientras tanto, del lado de los demócratas, un pequeño grupo de grandes donantes se está organizando para financiar los esfuerzos del partido de retomar el control del Congreso en 2026.

Y estos son solo los donantes que conocemos.

La decisión de la Corte Suprema en el caso Citizens United en 2010 dio inicio a la era de los “fondos anónimos de financiación”, que hacen que los gastos de campaña de los grupos que no divulgan sus fuentes de financiamiento lleguen a cifras astronómicas.

Hoy, el Brennan Center publicó un estudio realizado por la periodista Anna Massoglia, que reveló que los grupos de fondos anónimos de financiación gastaron casi $2 billones en las elecciones de 2024, aproximadamente el doble del total gastado en 2020. Y esos son los fondos que Massoglia pudo identificar: la suma total real seguramente es más alta, quizá muchísimo más alta.

El término “fondos anónimos de financiación” que utilizamos aquí se refiere a las contribuciones y gastos de grupos que no están obligados legalmente a divulgar —ni divulgan— a sus donantes.

La mayoría de sus gastos habría sido ilegal antes de la causa Citizens United, que eliminó muchos de los límites que desde hacía mucho se imponían sobre los fondos de campaña y dio origen a la creación de los súper-PAC, organizaciones políticas que pueden recaudar y gastar cantidades ilimitadas de dinero en las campañas.

Los magistrados de la Corte Suprema se equivocaron en muchas cuestiones en la causa Citizens United. Una de ellas fue su garantía de que todos los gastos de campaña nuevos que acababan de permitir serían transparentes y que el pueblo estadounidense estaría así totalmente informado acerca de quiénes estaban tratando de influenciar su voto.

Pero los magistrados parecen no haberse dado cuenta de que muchos de los grupos nuevos a quienes ahora les permitían gastar sumas ilimitadas de dinero en las campañas no estaban sujetos a ninguna regla de divulgación.

Desde entonces, ha habido numerosos intentos de resolver este descuido y obligar a todos los grandes donantes de campañas a divulgar sus fuentes —el más reciente, como parte de la Ley de Libertad para Votar (Freedom to Vote Act), que estuvo tan solo a dos votos de superar el requisito de la mayoría en el Senado en 2022—, pero ninguno de esos proyectos de ley logró ser aprobado por el Congreso.

Mientras tanto, los fondos anónimos de financiación en las elecciones federales siguen aumentando y se hacen aún más difíciles de rastrear. En los años inmediatamente posteriores a la decisión de Citizens United, los grupos que no revelaban a sus donantes tendían a comprar sus propios anuncios de campañas que, por lo menos, se informaban a la Comisión Federal de Elecciones si esos anuncios salían durante las semanas anteriores a una elección y, por lo tanto, eran bastante fáciles de rastrear. Aun cuando la fuente de los fondos se desconocía, podíamos ver el gasto en sí.

Ahora, tal como demuestra nuestro nuevo análisis, los anuncios de campañas informados representan solo una pequeñísima fracción de los gastos anónimos. La mayoría ahora se destina directamente a los cofres de los súper-PAC, y parte del gasto financia anuncios en internet y anuncios televisivos y de radio que salen al comienzo del ciclo electoral, es decir, anuncios que no están sujetos legalmente a divulgar sus fuentes.

Podemos rastrear parte de esos fondos gracias a las divulgaciones voluntarias y a una investigación que utiliza servicios que monitorean los anuncios televisivos, pero nuestra suma total de fondos anónimos gastados en 2024 sigue estando por debajo de los números reales, posiblemente con un amplio margen.

Tanto el partido republicano como el demócrata se beneficiaron de las importantes contribuciones que recibieron de fondos anónimos en 2024, pero la mayoría de los fondos anónimos rastreables financió a los demócratas. Y la mayoría de esos fondos se utilizó para financiar enormes gastos en la contienda presidencial: $1 de cada $6 de los fondos anónimos que pudimos rastrear se destinó a Future Forward, el súper-PAC que respaldó primero a Joe Biden y luego a Kamala Harris.

Las contribuciones que recibió Trump de fondos anónimos de las que tenemos conocimiento no fueron tan altas, aunque aún llegaron a los cientos de millones de dólares (incluidos los más de $35 millones que financiaron anuncios claramente “de bandera falsa” que se lanzaron en estados pendulares con la intención de hacerlos pasar como si vinieran de Harris).

A fin de cuentas, ninguno de los dos partidos políticos tendrá incentivos para dejar de depender de estos gastos secretos, a menos que haya un cambio en la ley. A favor de los congresistas demócratas, vale decir que incluyeron una forma de abordar este tema en la Ley de Libertad para Votar. Fue una de las disposiciones más favorecidas de este proyecto de ley que recibió un amplio apoyo del público votante de los dos partidos políticos.

El electorado está muy descontento con el rol que desempeña el dinero en la política, pero los años de inacción para resolver este problema también les ha generado un cinismo entendible.

Para recuperar la confianza del pueblo estadounidense, se deben dar pasos concretos para que le sea más fácil hacer que sus líderes políticos le rindan cuentas al pueblo. Brindar la transparencia que incluso prometió el caso Citizens United hace 15 años sería una buena forma de empezar.

Traducción de Ana Lis Salotti.